A petición popular, vamos a hablar del
síndrome de Estocolmo en Riyadh. Como aquí en teoría nadie viene en contra de su voluntad (hablo de los occidentales que vivimos en nuestra burbuja particular) ni estamos bajo un
secuestro directo, creo que lo podríamos renombrar al síndrome de Riyadh.
Este síndrome se diferencia del de Estocolmo básicamente porque no hay uso de la fuerza, es decir, la gente aquí viene libremente, y "libremente" se puede marchar, de momento.
Las primeras impresiones suelen ser siempre las mismas, la gente llega en plan colonizador guay, pobrecitos inmigrantes, el islam no tiene la culpa, los árabes son muy majos y hospitalarios...
Luego pasan a la siguiente fase, esa en la que la sociedad secreta ha pasado a la acción y empeiza a hacer de las suyas, es decir, a putear al hombre blanco. Entonces los comentarios iniciales se tornan al signo contrario y el sufrido occidental empieza a adquirir actitudes de colonizador de verdad. Hasta aquí es todo común a solteros y familias, de estas ya hablaremos otro día.
Si el soltero es avispado y tiene suerte, logrará meterse en el mundillo de las fiestas. Momento en el cual pasará de la realidad infernal al mas puro espejismo del desierto. Aquí comienza el síndrome en todo su esplendor.
En un Pais gobernado por una teocracia, donde cualquier otro tipo de religión está prohibida y perseguida, adiós a la libre profesión de la fé. Donde las revistas occidentales llegan pintadas, no sea que se vea un muslo de mas o hombro escurridizo.
Un pais donde las mujeres no pueden conducir, tiene que ir tapadas y sin el marido no son nadie. Aquí directamente se socaba la palabara libertad en todo su esplendor.
Un Pais donde internet es censurado y filtrado, el único país que lo reconoce abiertamente y se jacta de ello.
Donde apenas hay radios libres, incluida la que tienen los americanos porque para eso son el imperio.
Donde censuran a los Bloggers que levantan la voz contra el sistema establecido.
Con una población de inmigrantes, mano de obra poco o nada cualificada, viviendo en una esclavitud encubierta, consentida y aceptada.
Aquí, donde está prohibido el consumo de alcohol y por supuesto de cualquier tipo de droga.
Este pais, donde los occidentales se refugian en guetos protegidos por la Guardia Nacional y donde existe la figura de la policía religiosa.
Pues bien, en este mismo pais, el occidental avispado puede ir a fiestas donde hay alcohol y se puede comer cerdo, donde hay mujeres solteras, azafatas, enfermeras... con las mismas ganas de sexo que elllos, alcanzando un nivel de vida impensable en sus paises de origen. Encerrados en esta burbuja tan frágil de la opulencia y el hedonismo, cruzando continuamente la legalidad impuesta en el país. Tan frecuentemente se hace, que se olvidan de lo frágil que es la burbuja en la que residen y que puede explotar en cualquier momento. Un susto y todo el mundo sale de estampida o se recluye en casa.
Ya no hay fiestas, ni alcohol de contrabando. De repente viene la cura y el país se convierte en lo que nunca dejó de ser, una teocracia sin libertades.
Este es el síndrome de Riyadh, bebete la última copa o echa el último polvo, puede que sea el último.