martes, julio 24, 2007

Una de anécdotas en un Taxi de NY


El transporte público de NY está bien pero es un poco caótico, las líneas de autobuses son bastante cuadriculadas, por lo que si le pillas el tranquillo no es muy complicado, en teoría con dos cambios de autobuses llegas a cualquier parte de Manhattan, son como un sisteme de coordenadas...mas o menos. El metro por otra parte es bastante lioso, con líneas que comparten vía y que non paran en todas las estaciones, por lo que hay que tener cuidado en cual te montas, pero tampoco tiene mas historia, o vas hacia arriba (uptown), o vas hacia abajo (downtown). Eso sí, es como un cordón deshilachado.
Los horarios durante el día no están mal, pero por la noche, y la gente se recoge muy pronto, decaen bastante. Por lo que estar esperando en la calle a un autobús o en una estación a un metro que no sabes cuanto va a tardar en venir por la noche cuando estás cansado de tanto andar es excesivamente tedioso. La solución mas fácil es cogerse un taxi, que no son tan caros como os podeis imaginar y que salen bastante bien de precio.
Así que un día de esos en los que se nos hizo tardísimo mientras pateábamos NY decidimos coger uno de esos yellow cab de las películas, en realidad son unos ford crown victoria enoooormes. Por lo que nada de tapacubos rodando por las calles.
Subimos al taxi y lo conducía un emigrante de tez un poco oscura, pero no era sudamericano... este es moro, dije... (en la licencia ponía que se llamaba Mohammed). Le preguntamos de donde era y nos dijo que era egipcio. Nosotros dijimos que éramos españoles, y ya se sabe, morolandia y españa, misma cosa, misma cosa.
Cuando terminamos de pagar y nos bajamos del taxi nos despedimos de él, goodnight, bye... y yo me descuelgo con un "sucram habibi". El taxista todo emocionado nos dice, ¡¡eso es en mi idioma, eso es en mi idioma!! Con la cara típica de querer invitarnos a su casa a tomar el té y enseñarnos todos los camellos. Pero mi árabe no da para más y el sueño nos reclamaba lo que quedaba de noche.
Bueno, al menos mi paso por Arabia me ha dado algo más, he conseguido quedarme con un taxista de NY.
El mundo no es que sea pequeño, es que encima el cabrón es redondo.

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