El retorno del...
10-01-2007
Llegué al aeropuerto y nos pusimos a hacer cola en el control de pasaportes. Cuando llevabamos un rato se acerca un militar y nos pregunta si somos familias. Yo le dije que no, no sea que descubran lo contrario y tengamos un lío por una tontería (nota para la proxima vez; las mentrias también son verdades, como la resta es igual a una suma). Asi que me dice que yo y otros mas debemos cambiarnos de cola, por supuesto el doble de larga. Al rato viene mas gente (hombres) y se ponen donde estábamos ya que curiosamente se había convertido en la cola mas corta.
Los “exiliados” que tenía delante se empiezan a partir de risa, “mira cuantas familias” dicen. Como la cola avanza mas, se cambian. No les dicen nada. Siguen avanzando mas.
Decido cambiarme.
Mierda, me pilla el militar de la barba y me dice que vuelva a la fila. Al menos no me grita ni me trata con ganado como hacen con los Pakistanis y Banladeshies de las filas de al lado. Racistas de mierda.
Vuelvo a mi sitio, exiliado por segunda vez. La cola ha desaparecido y el militar de la barba juega ahora a regular el “trafico”, distribuye a la gente de mi fila por los otros controles ya vacios y obviamente me manda al control de cuya fila me sacó y no me dejó volver. Las matemáticas hablan solas, ese gilipollos me ha echo perder 20 minutos. Que se los cobren en el infierno, porque yo no pienso reclamárselos.
Al menos no me han hecho revolver toda la maleta, andan un poco revoltosos últimamente, dicen que desde la muerte de Sadam... quien sabe.
Demasiado cansancio...sueño profundo....
Hemos estrenado el Hammer por Riyadh y Marta ha podido comprobar lo fea que es la ciudad. Hasta Diraah hemos ido, y después al Granda, le gustó. Y a quien no, ya podrían ser todos los centros comerciales así.
Por la noche fiesta en casa de no se quien que se iba no se cuando. Otro que abandona el barco. Ha estado muy bien, sobre todo cuando el DJ ha echo un descanso y dejó el disco “latino” puesto mientras descansaba un ratillo. Curiosamente es cuando la gente se animó a bailar y a empezar a meterse mano. Sobre todo un Saudí vestido de paramilitar. El cabrón seguro que tiene un pata negra en casa, porque alcohol ya os garantizo yo que bebe.
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